lunes, 24 de noviembre de 2008
Aprender ensuciándose
En los primeros años de la vida del niño es esencial para el
desarrollo de su sociabilidad que se relacione
con sus iguales. El centro infantil se convierte en el espacio
ideal para que haga amigos y aprenda las normas
sociales. Pero también para que experimente y descubra
por sí mismo el entorno que lo rodea.
Los centros infantiles se deben a estrictos códigos de conducta
en lo referente a la higiene de los espacios y de los
niños. Sin embargo, en las últimas decadas, las manchas han
adquirido una interpretación muy negativa, dejando atrás su
valor pedagógico.
Cada vez son más los especialistas en pediatría, educación
y psicología que recuerdan que ensuciarse forma parte del
juego y del proceso natural de descubrir el mundo, un factor
fundamental en el desarrollo de los más pequeños. Según un
estudio realizado por una marca comercial de detergente, un
90% de las madres españolas con hijos menores de 13 años
opina que es bueno ensuciarse al jugar, aunque al mismo
porcentaje no les gusta que sus niños salgan a la calle, por
distintos motivos.
El barro, el agua o la hierba proporcionan a los pequeños
sensaciones que ningún juguete puede superar, amén de
enseñarles a adaptarse al mundo y a descubrir sus límites, de
liberar emociones y de abrir las puertas a la creatividad.
Encerrar a los niños en una burbuja tampoco es bueno para
su salud. Caminar descalzos y aprender a gatear en el suelo
es mejor para su desarrollo motriz, y prepara al sistema
inmunológico ante los elementos patógenos que provocan más
tarde las alergias.
Ante la utopía de que jueguen sin mancharse, sólo queda:
• Asegurarnos de que lleven “ropa de batalla”.
• Enseñarles a lavarse las manos a fondo después del juego
y antes de comer.
• Comprobar que llevan las uñas cortitas.
•Si juegan en plena naturaleza, verificar que no hay heces.
Los antecedentes
A lo largo de la historia de la educación encontramos numerosos
ejemplos de profesionales que han defendido el contacto con la
realidad como el mejor método para que los niños aprendan. Ya
en el siglo XVIII Jean Jacques Rosseau afirmaba que “la mejor
escuela es la sombra de un árbol”. En España, fue la Escola del
Bosc, institución pedagógica de comienzos del siglo XX, la que,
desde su sede en el Montjüic, convirtió las clases al aire libre
en su seña de identidad. Pero, sin duda, el caso más claro es la
experiencia vivida hace no demasiadas generaciones, cuando la
calle era el territorio de juego de los niños, el lugar en el que,
además de divertirse y aprender, se ensuciaban.
Aprender ensuciándose
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Tercer cuatrimestre 2008
El poder pedagógico de las manchas
jueves, 20 de noviembre de 2008
viernes, 29 de agosto de 2008
EL APRENDIZAJE POR DESUBRIMIENTO
María, una niña de dos años y medio, jugaba aquel día con pinturas de dedos. Tenía un enorme trozo de papel de embalar blanco en el suelo de la sala i también las pinturas (amarillo, rojo, azul y blanco). La consigna que di a los niños fue : “Hoy jugamos a pintar con los dedos y las manos en el papel”.
Ella, entusiasmada con este juego, repetía distraidamente el nombre de los colores, Vemell’(rojo) ........ ’Bau’(azul) ....... `Ve-mell’......mientras dejaba su trazo sobre el papel. Poco a poco fue mezclando dos colores y, como por arte de magia, encontró un nuevo color al que bautizó como: Baumell ¡!!
Después, ella jugaba a las casitas cuando se acercó hacia mi con una sonrisa de oreja a oreja y me dijo mostrándome su muñeco: “Este tiene el pelo Baumell”. Su muñeco tenía el pelo de lana Lila.
REFLEXIONES
Me pregunto cómo educar de manera que se posibilite al máximo el aprendizaje por ‘descubrimiento’. Para mi son éstos los aprendizajes realmente significativos para uno mismo. Mi experiencia me dice, desde el juego, jugando. Pero no todos los juegos o propuestas lúdicas se refieren al juego que permite al niño, aunque no sea siempre tan evidente como en el relato de María, descubrir algo nuevo. Es desde el juego no dirigido cuando se da la posibilidad al niño/a (también a los adultos) para conectar con su mundo interno, sus intereses, sus inquietudes, deseos, Motivaciones! No se trata de entender, saber o encontrar qué se ‘descubre’, la importancia está en posibilitar el juego creativo. Hay ‘descubrimientos’ que no son evidentes, pequeños cambios que van por dentro de uno, pequeñas transformaciones...no por eso menos importantes!!!
El descubrir se da desde el no saber (curioso ¿no?), a menudo desde la distracción y la sorpresa. Es cierto que necesitamos unas directrices básicas que nos orienten y nos den un margen de contención, unos límites (suficientemente anchos) para que pueda darse el juego creativo. No se trata de dirigir el juego, más bien todo lo contrario, es decir, dejarse jugar sin objetivo, por el placer de jugar.
La propuesta del taller era: “Hoy jugamos a pintar con los dedos y las manos en el papel”... Yo no tenía ni idea de lo vendría después. Pasan cosas sorprendentes.... Aprendo mucho!
Inés Cullell Falguera
Psicóloga Clínica
viernes, 23 de mayo de 2008
La paciencia ha desaparecido
Augusto Cury
Domingo 10 de junio de 2007
martes, 8 de abril de 2008
AUGUSTO CURY, psiquiatra, psicoterapeuta y científico
“ No hay jóvenes difíciles, sino una educación inadecuada”
P. Usted es una de las muchas voces que se han alzado contra lo que podríamos denominar la muerte de la infancia: horarios apretadísimos, poco tiempo para jugar, ausencia de experiencias directas, entretenimiento virtual…
R. La educación a nivel mundial atraviesa un momento muy grave. Estamos formando jóvenes sin capacidad de observación ni crítica. Hemos creado una fábrica de personas estresadas y ansiosas, y los padres y profesores tienen que hacer una verdadera revolución para enseñar a las nuevas generaciones a proteger la emoción, a pensar antes de reaccionar, a colocarse en el lugar de los otros. Son todas dimensiones muy importantes de la inteligencia, imprescindibles para conseguir una buena salud psíquica.
P. ¿Hay que enseñar a ser feliz?
R. Enseñamos que hay que asegurar el coche, la casa, hacerse un seguro de vida, proteger las cosas materiales…, pero no transmitimos el mensaje ni damos las herramientas necesarias para proteger el territorio más importante, que no es otro que el emocional.
P. En su libro critica con insistencia la sobreinformación, otro rasgo que define nuestra era. Nuestros hijos activan tantas ventanas mentales que, paradójicamente, se les paraliza el cerebro.
R. Viven sometidos a lo que yo llamo pensamiento acelerado. Muchos pedagogos y psicólogos aseguran que los niños actuales son agresivos e indisciplinados por culpa de los padres. Yo sin embargo pienso que los padres sí intentan inculcar un sentido de la disciplina, pero fracasan porque la velocidad de pensamiento es tan alta que, cuando un padre o una madre corrigen a un hijo, a éste no le da tiempo a asimilar ese momento educativo. El ambiente propicia que en seguida aparezca en el teatro de la mente una nueva imagen, un nuevo pensamiento, por lo que el mensaje no queda debidamente registrado.
P. ¿Y qué hacer?
R. Las viejas teorías y métodos de la pedagogía y la educación ya no funcionan, no sirven para penetrar en estas mentes tan agitadas, casi incapaces de concentrarse por un tiempo prolongado. Hay que sorprender, buscar lo inesperado. Si no, es muy difícil captar la atención de las nuevas generaciones. En el ámbito familiar, yo preconizo que los padres aprendan a compartir su historia con sus hijos, que les hablen de sus sueños y sus éxitos, pero también de sus fracasos. Hay que enseñar que el podio llega después de muchas derrotas.
P. ¿Así que para ganarse la admiración de los hijos, para ser un referente y un modelo, mejor mostrarse como seres humanos y no como superhéroes?
R. Los padres que nunca reconocen errores ni enseñan debilidades, que no hablan de la frustración como un elemento consustancial a la vida, no van a formar pensadores, personas que desarrollen las funciones básicas de la inteligencia.Reconocer nuestros errores no nos disminuye: nos hace personas más sabias, solidarias y tolerantes, con más empatía. He conocido muchos triunfadores que son buenos para la sociedad y verdugos para sí mismos, incapaces de perdonarse, de reconocer sus errores.
P. Dice que el padre brillante ha de transmitir el valor de las cosas que no cuestan dinero, por ejemplo el tiempo en familia. Sospecho que muchos tendrán que asimilar ellos mismos esta enseñanza antes de traspasarla a sus hijos…
R. Hace dos años una de mis hijas me dijo: "Tú que escribes para millones de personas, que das tantas conferencias y escuchas a tantos pacientes, últimamente no dialogas conmigo". Al principio intenté darle todo tipo de argumentos, le dije que muchas personas se beneficiaban del trabajo de su padre, que tal y que cual. Luego no tuve más remedio que admitir que un especialista en el diálogo, en la comunicación entre personas, estaba fracasando, estaba descuidando el diálogo con su propia hija.
P. En su libro concilia dos visiones opuestas de la educación: por un lado, poner límites y saber decir que no; por el otro, pretender ser amigos de nuestros hijos. Difícil equilibrio.
R. Es una lucha diaria, como caminar sobre un alambre. Hay que utilizar toda nuestra creatividad y nuestra intuición. Por así decirlo, el truco sería algo así como disciplinar con generosidad..
martes, 12 de febrero de 2008
Francesco Tonucci, pedagogo y dibujante
"Muchas veces la escuela no se relaciona con la vida"
Hace más de 35 años, buscando un modo de comunicar sus ideas de manera más directa a un público más amplio, el pedago go italiano Francesco Tonucci delineó sus primeras viñetas disfrazado tras el seudónimo de Frato. De la mano de la ironía, Tonucci / Frato pudo ingresar a la escuela, provocándola para que se ría un poco de sí misma.
En su última visita a
Su vocación por la infancia, que se despliega en una vasta serie de publicaciones, lo hizo merecedor del nombre de "niñólogo". Y aunque afirme que con sus viñetas busca generar una "complicidad entre adultos", no puede dejar de sentirse satisfecho al constatar que los niños y las niñas saben que él y sus dibujos están de su lado.
- ¿Cómo empezó a dibujar viñetas?
- Las viñetas son la herencia de una pasión que tengo desde siempre, no tanto de dibujante sino de pintor. Mis primeros recuerdos de escuela son dibujos en una pizarra grande. Soy de un pueblo sobre el Adriático, Fano, y hacía muchos dibujos sobre la playa. Los pintores de mi pueblo me regalaban tubos de óleo y yo los aprovechaba para hacer pequeños grabados.
Después, mi camino no fue el arte sino los estudios universitarios. Y a fines de los 60, mientras en el movimiento estudiantil buscábamos maneras más directas para comunicarnos con la gente - y pensábamos en formas de autocrítica hacia el mundo de la investigación, que estaba muy encerrado en una actitud autorreferencial-, las viñetas me parecieron un modo de abrir la comunicación a un público más amplio. Así, aproveché unos dibujos que estaba haciendo para unos tests infantiles de psicología. Cuando empecé, pensaba que esto no era algo tan digno de realizar ni por un artista ni por un investigador, por lo cual me disfracé detrás de un seudónimo: Frato.
Quería señalar dos cosas. Por un lado, que las viñetas pudieron entrar en la escuela, que no es un mundo abierto a la ironía y la sátira humorística. Este es un éxito raro, porque las viñetas se reconocen y la escuela acepta reírse de sí misma. Por otro lado, las viñetas llegaron a ser un instrumento de formación profesional para maestros y maestras. En España se adoptan casi como libros de texto de magisterio; muchos profesores han usado y siguen usando mis viñetas para empezar cursos, para estimular a los estudiantes, hasta en los exámenes.
- Usted dijo que la escuela no está acostumbrada a la ironía. ¿Cuál cree que es actualmente el lugar del humor en la educación?
- Creo que cuando esto se consigue, estamos en un buen sitio. Hay una viñeta que dibujé hace much o s años que describe esto: un maestro le dice a una colega: "Mira la última viñeta de Frato", y la maestra la observa y dice: "Sí, ja, ja", empieza a reírse y dice: "A mí también... a mí también....¿a mí también? ¡Cómo se permite este señor decir estas tonterías!". Lo que intenté fue develar un poco qué significa la ironía; nos suscita una sonrisa, pero puede producir distintas reacciones, desde el enfado o el decir: "Es verdad, a mí también, lo reconozco, tenemos que cambiar algo". Estas son distintas reacciones posibles, creo que todas son buenas, porque provocar una reacción agresiva puede ser interesante.
- ¿En qué se inspira para hacer las viñetas?
-Varias veces me preguntaron esto. Cuando contesto esta pregunta, normalmente invento algo, por honestidad. Cuando una idea se ha hecho clara, puede producir una viñeta. Una viñeta es un resumen o una concentración, en pocos trazos, de un concepto que a veces es muy complejo y que puede provenir de la investigación, de la observación, de los comentarios de los maestros. Un ejemplo de esto es una de las viñetas más intensas que dibujé, que comprime un concepto muy complejo, que es el tema de la evaluación: Hay ocho caras de niños y niñas, y una cara de adulto; la maestra evalúa diciendo: "Ana es desordenada", "Pedro es tímido", etcétera. La penúltima viñeta dice: "Solo Luis es normal. Firmado: la maestra", y Luis es la imagen especular de la maestra, son idénticos. Esta es una síntesis gráfica que me parece bien solucionada y es el resultado de nuestras investigaciones. Para nosotros, el normal es el que se nos parece más; el distinto es malo, preocupante y tenemos que recuperarlo, ¿recuperarlo a qué? A la normalidad, es decir, hacerlo como nosotros. Yo siempre lo digo: la viñeta es como una píldora, un concentrado. Produce una intuición, no ayuda a hacer un recorrido, pero lo puede suscitar, movilizar, motivar. Muchas viñetas salen de anécdotas que me cuentan. La del sol, por ejemplo, es otra viñeta que ha tenido bastante éxito porque resume una problemática muy compleja a nivel educativo escolar. La madre le pregunta al niño: "¿Cuál es tu opinión: el Sol gira alrededor de
- ¿ Cuáles cree que son los problemas centrales vinculados con la infancia, en la actualidad?
-Son muchos. Una de las diferencias más fuertes entre ser niño hace 40 o 50 años y hoy, es que antes los niños no sabían casi nada y hoy saben todo. Y frente a este enorme crecimiento de la capacidad de información, ha descendido totalmente la autonomía de movimiento. Esto significa que los niños no saben hacer casi nada, no tienen la experiencia de moverse, de practicar el espacio y el tiempo, de vivir la experiencia y la emoción de la aventura, del descubrimiento, del riesgo y del placer. Todo el proyecto de
Por otro lado, un problema muy importante para los niños respecto de la formación escolar es que la escuela sigue siendo una escuela para pocos. Si el tema de la autonomía de movimiento es un tema básico para los niños más desarrollados, este es el tema básico para los niños más pobres y que tienen más problemas socioculturales y socioeconómicos. Yo creo que en toda reflexión escolar debe estar la idea de que la escuela sea para todos. Esto significa muchísimas cosas distintas: por ejemplo, los niños deberían ir a la escuela con placer, cada uno debería reconocer la escuela como "su" propia escuela. Al contrario, creo que la mayoría de los niños siguen pensando que la escuela adonde concurren es la escuela a la que tienen que ir. Tercero, esta escuela sigue siendo una escuela para pocos, para los hijos "inteligentes" y que tienen buena familia. Los que no tienen una motivación, los que no tienen una familia atrás, siguen fracasando. Es común escuchar frases como "Lo siento, señora, pero su hijo no me sigue", "No está interesado, no tiene bases, tendría que recuperar". Son todas frases impresionantes, que deberían constituir un delito porque, ¿qué significa "No me sigue"?, ¿quién tiene que seguir a quién? Yo creo que la escuela debería seguir a los niños y no los niños seguir a la escuela. En pocas palabras, una escuela para todos debería reconocer a todos los niños el derecho a llevar consigo todo lo que saben. La escuela debería empezar siempre con la escucha y no con la propuesta. Doy la palabra porque estoy interesado en saber lo que piensan mis alumnos, y todo lo que piensan lo ponemos en la mesa y empezamos a trabajar. Trabajamos sobre lo suyo, no sobre lo mío.
-¿Qué piensa como "niñólogo" acerca de las hipótesis del "fin de la infancia"? ¿Estos niños que saben demasiado, que descolocan a los adultos, están diciendo que se acabó la infancia?
-En efecto, hoy los niños tienen dificultades para vivir la infancia porque, por un lado, acceden a conocimientos adultos de una forma muy precoz; y por otro lado, se quedan inmaduros porque no desarrollan capacidades autónomas de moverse, arreglarse; por lo cual llegan a la adolescencia con una cabeza enorme y con brazos y piernas pequeñitas. Esto significa que la infancia ha cambiado; yo creo que hoy la infancia está presa, no desaparecida. Si la dejamos, vuelve. Esta es la experiencia que siempre encontramos en el proyecto de
-Una última pregunta, ¿cuando dibuja se siente un poco niño?
-Cuando dibujo como pintor, con frecuencia me siento niño; pero cuando dibujo viñetas, al contrario, me siento muy adulto. Me siento un adulto que se comunica con sus colegas adultos, buscando una manera más directa para transmitir algo. Las viñetas son un hecho de complicidad entre adultos; yo confío a otros adultos algo que he pensado, que he vivido. En varias oportunidades, la gente me ha dicho que estas viñetas, que son tan simples, dibujadas apenas, sin color, les gustan mucho a los niños. Yo creo que aquí también ellos se dan cuenta de una complicidad: se dan cuenta de que estos dibujos están de su parte, y esto, como siempre, les gusta a los niños y a las niñas.
Ana Abramowski
Fotos: Roberto Azcárate